El ámbito artístico local y el show de la repetición

Ya va a empezar el programa, en el mismo lugar, a la misma hora


Es inevitable que -formada como estoy en las ciencias sociales-  mi atención se centre en las situaciones con características repetitivas, distintas o curiosas  de los individuos dentro de la sociedad.  Por eso,  me resulta bastante significativo darme cuenta de cómo los actores sociales   con intereses en común se agrupan, representan y repiten  la fórmula a niveles casi perjudiciales para sí mismos,  empañando su veracidad como profesionales y artistas, poseedores  de un  talento viable. Digo esto, porque, hace unos días vi una entrevista  a Bioy Casares, donde hacía hincapié en su reticencia a frecuentar los círculos literarios, por disciplina. Para Bioy,  las exigencias de la literatura eran leer mucho, escribir bastante y no apresurarse a llevar el libro al editor, hasta estar seguros de que no es una idiotez. Entonces, ¿Cómo sabía que un libro estaba terminado?: Cuando estoy harto de corregir. 

Independientemente de que Bioy tuviera la razón o no, yo me quedo con sus consejos. Supongo que se me da fácil porque no tengo hambre de amistades, tampoco de figurar en el vedetismo de las letras, quemando mis cartuchos entre la sobreexposición y la falta de novedades. Mientras escribo,  recuerdo una frase dicha por una de las actrices de la obra de teatro El retablo de las maravillas: "El sol se nubla de tantos poetas, y todos piensan que son famosos" (Confieso que el rostro de una joven poeta, que minutos antes había visto llegar a la obra, cruzó por mente. Esquiva esa puya, pensé)  Algo parecido ocurre cuando se presentan en los escasos programas de radio y canales universitarios nuestros artistas locales. Repetición tras repetición.  ¿Por qué un artista permite el queme de su imagen en un programa de radio o canal universitario, por muy buena fe del conductor/es al invitarlos como si hubieran firmado contrato de exclusividad? 

A mí me ha sucedido, la promotora cultural y compañera del Taller Literario Permanente de la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez, Dora Elena Delgado, cuando me invitó junto a Ricardo Morales  a presentar el libro de la escritora y poeta Micaela Solís WARE acepté de inmediato. Fue una presentación maravillosa (como no he visto otra que haya llevado a cargo  la misma promotora). Pocas semanas después, me propuso otra presentación para que yo diera un adelanto de mi proyecto de novela o alguna presentación literaria, al lado de otras compañeras. Yo le respondí que me parecía muy pronto, porque acababamos de presentar el libro de Micaela, y en realidad, no tenía nada nuevo que contar, a no ser que fuera sobre el periodismo cultural o  como socióloga -mi profesión- abordando algún tema de actualidad. He tenido que rechazar invitaciones por esa razón. Al programa de TOP NET con Joaquín Alberto García Valles, mismo que conduce Sábados de Bohemia, igualmente. No encuentro digno un espacio en el que no hay variedad de invitados,  por respeto a mí misma y a la concurrencia he rechazado la oferta. Por nombrar sólo dos ejemplos, hay otros en la misma dinámica, la misma fórmula y los mismos caballos de batalla.  

Existen otros espacios a donde nunca me invitan, a los que espero lo hagan. Tengo mucho que decir, modestia aparte soy muy buena reseñando libros, al menos hago mi mejor esfuerzo. Soy periodista cultural con énfasis en periodismo literario, asisto y grabo las presentaciones literarias de mis amigos y gente que admiro. Hay un espacio que ofrecer para los otros en mis letras. (Este mensaje va para mi alma mater UACJ: Blas García, Lula Ortiz y compañía. Yo también soy).  Es sano dejar los espacios al servicio de los extraños también, de los que piensan distinto, de los que hacen cosas distintas, los que no son cercanos. Considero que, como artistas y seres sensibles al arte, podemos cumplir diversas funciones y no solamente ser invitados para hablar de nuestra obra. Una obra, dicho sea de paso, que muchos se apresuran a leer a la audiencia. No es culpa del artista, es el sistema cultural local que no logra despegar.   

En una ocasión, en medio de un desacuerdo, Hilda Sotelo me escribió (lo olvidé, no tiene usted obligación de conocerla. Me refiero a una académica): "Sabes que no eres bienvenida en casi ninguna parte, nadie te quiere" -quién sabe qué sabrá ella, quién le confesó sus secretos (Buuuu voy a llorar...hablo con pruebas en  el archivo) y pensé que esa frase con la que ella intentó hacerme daño y con la ejerció la violencia, me hizo verla de cuerpo entero. Me hizo más fuerte y poderosa. (Ejemplos tengo muchos, del mismo personaje, que a donde me encuentra me lanza impertinencias como si me cobrara derecho de piso. Poco compasiva, rencorosa y nada espiritual. ¿Con qué cara se llena la boca para hablar de SORORIDAD para las mujeres? Cuando sus palabras llevan una carga de agresión voraz.  Caras vemos, hechos pocas conocemos). Es usual que se excluya por "personalidad" y no por capacidad de los círculos literarios, eso no es tanto el problema, me importa un pito si me quieren o no me quieren. La situación es que no acepten abrir  los espacios sin distinción; debemos trabajar por un bien común y no particular. En fin. 

No somos lo que decimos, somos nuestros actos. Pongamos más atención en ello, porque a todos y a todas les puede pasar lo que leí en algún lado (Constanza Candela –Arpías comic-ass Vs los Buitres de la Psique) y parafraseo: que traten de pertenecer a la manada cultural y legitimen su trabajo artístico a través de instituciones corruptas, de mafias y exclusiones. Y eso los vuelva como los prosaicos "que lamen la vieja concha extraviada en la poesía de la isla"; que se regodeen en su pertenencia a uno de los cárteles "intelectuales" y sobrelleven la vergüenza, si algo les queda.  


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