Reseña: poemario WARE de Micaela Solís

Por Consuelo Sáenz









El literato de puerta cerrada no sabe nada de la vida. La política, el amor, el problema económico, el desastre cordial de la esperanza, la refriega directa del hombre con los hombres, el drama menudo e inmediato de las fuerzas y las direcciones contrarias de la realidad, nada de  esto sacude personalmente al escritor de puertas cerradas.  
Cesar Vallejo






Micaela Solís es una escritora de puertas abiertas. El instructivo para leer WARE, su más reciente poemario y la razón por la que estamos esta noche aquí, es llevar a flor de piel el recuerdo  y el significado con el que vamos moldeando  nuestra identidad. Recuerdo,  nostalgia e identidad.  Desde sus primeras páginas, Micaela poeta nos lanza un reto y nos pregunta: ¿Quién se atreve?


quién se atreve a apagar
                            la luz
que quema el pecho
cuando duermen los demás

hay un abismo oceánico
            al borde de la cama
un gran problema
un atávico miedo que levanta su mástil
en el vacío
que pudre amarras e inflama velas
[…]

Ese gran problema,  cuando todos duermen y al que le damos vueltas y vueltas, cuando el insomnio penetra en busca de soluciones; cuando el canto del gallo nos alerta del amanecer, entonces, el día trae una idea;   un algo de esperanza inicia jornadas.
WARE concatena historias en forma de poemas. Cuando usted se disponga a leer WARE, se dará cuenta de por qué el escritor Enrique Servín lo definió como “una novela”. Por mi parte, encontré en la disposición del poemario un tipo de LEGO, (esas piezas de plástico con la que los niños forman estructuras y dan forma tridimensional a la imaginación). Tuve la sensación, con algunos poemas, de ser un ovillo cerrada en mi propio ser, así, en posición fetal, una sensación de contraer los puños, encerrarme en mi eje; contraer,  para luego, abrir, liberar. La imagen del huevo que precisa mantener su cascaron intacto para dar paso al ser, a la realización, es pertinente. WARE es un poemario de sensaciones e imágenes ontológicas.
Desde la disciplina sociológica, existen varias formas de abordar el texto literario. Tenemos a la Sociología literaria que pretende analizar a la literatura como  realidad o como un fenómeno de institución social. Para ello, establece un estudio entre  autor, obra, sociedad,  momento histórico  y la orientación política a la que se dirige. Pues debemos recordar que el hombre es un animal político y que todo lo personal es político. De tal disciplina, relativamente joven, se desprende la Sociocrítica, que nos dice que toda obra literaria obedece a las diversas estructuras mentales con la que los hombres son capaces de percibirla. Existen muchos teóricos que han enfatizado distintos aspectos de una obra literaria para que ésta pueda considerarse una obra con validez artística: Bajtin con su dialogismo, Goldmann y el autor colectivo, Lukács y la importancia de la visión totalizadora de la realidad, Eagleton y su análisis del modo general, literario e ideológico de la producción literaria, Bourdieu con la teoría del campus literario, etcétera. La poesía, considerada como un subgénero escapa, afortunadamente,  de los barrotes de dicho análisis, a excepción, claro está de la crítica literaria y el rigor de la métrica. La poesía trabaja con sentimientos y como bien definió Sartre “la poesía no utiliza palabras-signos sino palabras-cosas, del mismo modo que la música usa sonidos o la pintura colores. Para el prosista las palabras son significados, son las armas de las que se vale; para el poeta, las palabras son la cosa misma”,   y para los estudiosos de las ciencias sociales sabemos que nos encontramos en un  terreno cualitativo y abstracto. Por lo tanto, decir qué es poesía y qué no lo es  un asunto que no me interesa abordar en este momento.
La poesía de Micaela Solís representa un acto de rebeldía, representa al escritor-poeta que toma partido por los problemas contemporáneos que nos atañen de forma particular,  porque sabemos que al final de cuentas se convierten en un problema de todos. Es una poesía de compromiso que ha tomado un cariz especial debido a la posición geográfica y de género de su autora: mujer mexicana y norteña viviendo en el norte. Por lo tanto, le toca de manera mayúscula los feminicidios, la frontera, los migrantes, la migra,  los polleros, la violencia, la pobreza,  las relaciones humanas con su degradación a todos los niveles. Pero también, destaco,  es  el canto y la sublimación por el paisaje norteño del desierto.  La extraña fascinación que ejerce una ciudad cismática y en despojos,  un aire de provincia que, por momentos, evoca mejores tiempos. Por eso, Micaela poeta nos dice que: Cuando venus en Juárez aparece
                                 […]
el cielo a corazón abierto se entrega solidario
en las tardes
cuando en ecos repican
en San Lorenzo
                                  mártir
las campanas

tibios son los lazos del viento que fluye
entre aldabas que tocan la puerta
                                  de la noche

Me atrevo a decir que los símbolos en la poesía de WARE tocan de manera particular la psique femenina: la infancia con sus juegos y fantasmas, el álamo, los cedros, los pinos, los sauces, el azul, los quehaceres domésticos, el niño que no ha comido, los ladridos de Marieta, la despensa,  la tía,  el primo-pariente-hermano-hijo que abandona el terruño y  emigra hacia un porvenir desconocido pero lleno de ilusiones. El quebranto del migrante que busca pero no encuentra. La mujer ventruda que baila en el tubo de un bar en la Avenida Juárez. La tecnología con su promesa de progreso y que solamente  ha creado enajenación, el capitalismo “donde  gobernadorcillos norteños/  venden su cosecha/ de  migrantes centroamericanos a las televisoras/ como frutos de carne/ en vitrales luminosos de pedacería humana […]”.

WARE, rescató de mis recuerdos las tortillas de harina que,  como un ritual que consideré hasta entonces intrascendente, hacía que mi madre amasara todas las noches para que mi padre llevara al trabajo sus burritos hechos con tortillas caseras. La pizca de sal, de carbonato y manteca exactas para extender la masa y pudieran adquirir con hábil maestría su perfecta redondez. Recuerdo cómo observaba las blancas manos de mi madre, con sus venas saltonas y sus manchas por la edad. En el poema titulado La nostalgia

[…]
las tortillas de harina
extendidas a golpes de
                                 ilusión
doradas con patina de aurora
y trigales arcaicos
redondas
por fémina ciencia
                                  inmarcesible
de manos mestizas
muñecas de huesitos saltones
pulsera de los mil palotazos en la masa
[…]

Es entonces que la poesía,   cual espiral,  espejo, como un jardín de senderos que se bifurcan, con sus múltiples significados y realidades nos refleja. Un sistema complejo que se vuelve urgente conocer para un mejor entendimiento del mundo. Es extraño que la palabra Ware en el idioma alemán signifique mercancía. Mientras que, para los tarahumaras signifique un material de arte y sobrevivencia.  Traigo a reflexión  el pensamiento de Alfonso Reyes  “el fin de la creación literaria, no es provocar la exégesis sino iluminar el corazón de los hombres, de todos los hombres, en lo que tienen de meramente humano”. Eso es WARE.

Fotos, cortesía de Dora Elena Delgado




Publicado en JuárezDialoga

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