El Monstruo mundo
Por Consuelo Sáenz
Azucena Hernández
El Monstruo Mundo
Chicago, ARS COMMUNIS, 2016, 110 pp.
La vida está dividida entre lo horrible y lo miserable.
Annie Hall (Woody Allen, 1977)
El Monstruo Mundo es una novela breve y no sé si al llamarla así cree en el lector la idea inamovible que se entiende por el género. Pues la estructura aristotélica que compone una novela no se refleja aquí, me refiero a la introducción, nudo y desenlace. Estamos ante un libro difícil de categorizar. Lo conforman noventa y dos capítulos brevísimos. Narrado en primera persona y ocasionalmente en tercera. Los personajes principales son dos: narrador@ y D. Este último no sabemos si es real, si es un fantasma, si es el destino o producto del delirio. Los diálogos son escasos, la acción de los personajes no es sucesiva ni acumulativa, es decir, no van construyendo una historia. La sintaxis está majestuosamente cuidada, sin marcas de género ni registros geográficos. ¿Cuál es el leitmotiv narrativo que lo sostiene? Se sostiene en la violencia y en la construcción de una prosa poética sofisticada que va desarrollándose a través del monólogo filosófico, los paisajes oníricos, la duermevela y el asiduo uso de las drogas -recurso literario para desorientar al lector-, revelándonos así el vacío existencial de los personajes. Diría que estamos ante un libro de realismo psicológico donde se enfatiza la caracterización intrínseca de los personajes como pastilla de cuajo en la narración. Autores que cultivaron dicho género fueron Dostoyevsky (Crimen y castigo), kafka (La metamorfosis), Sabato (El túnel) o Camus (El extranjero) por mencionar algunos. La violencia que se vive en El Monstruo Mundo es más bien la visión de una violencia sistematizada por los procesos de aniquilación deliberados por la fuerza legítima del Estado, que impone su visión de supremacía en el orden social, político y económico. La vida citadina caótica y sórdida narrada en El Monstruo Mundo delata a una humanidad condenada al control y la obediencia. Una humanidad que se deja atrapar por una búsqueda incesante de libertad, realización y felicidad inexistentes.
Si algo se puede asegurar del personaje principal de El Monstruo Mundo es que escribe, sueña que escribe y escribe cuando no sueña en una especie de viaje alucinante inducido por estupefacientes, donde la palabra y la esencia del lenguaje se construye soberbio y sibarita. Si se lo definiera como depresivo, probablemente estaríamos acercándonos a su esencia pero, habría dudas. Nihilista, sería la definición más certera. El personaje no es triste ni fluctuante. Es irónico, desprecia la vida de todos y a todos, parece carecer de sensibilidad moral. Es agudo lector, intelectual e incisivo. Por él se filtran las impresiones del mundo, el que nos narra y observa. De principio a fin es el mismo, no sufre cambios contundentes, se mantiene en un equilibrio precario. Si no le obsesiona la vida, sí le obsesiona una idea: aniquilarse, aniquilar o ser aniquilado de una sola vez:
"Obsesivamente, se quiere ser cómplice de la vida y participar de algo, obsesivamente la vida se convierte en una o b s e s i ó n."
Posee la capacidad para atravesar como con escalpelo los actos e intenciones humanas, desvelar la pose fatua, el esfuerzo inútil, mostrar los significados de una existencia que, irónicamente, no llevan a sitio alguno. Todo es desgaste, un eterno espiral demencial en que el conocimiento no redime nada:
"Una impotencia hacia la vida, un destino hacia la muerte.
[...] Una vida de estulticia, una vida llena de oquedad. La llenaba con una placidez de novedad y alejamiento; pero la vida seguía igual, transcurriéndose en su inconmovible flujo. Y estúpidamente hablaba de la vida como si nombrar solucionara algo. Algo: el estado de ser aquí, el estado de no poder ser, de un querer y una búsqueda de la forma o formas que se adecuan al vacío, el constante vacío insulso y el estado de discapacidad para vivir plenamente."