Diez consejos para socializar en Puebla, por Julieta Lomelí

http://revista360grados.mx/2014/diario-360/item/2492-diez-consejos-para-socializar-en-puebla?fb_action_ids=10207049050557426&fb_action_types=og.likes

Cuando uno vive en el bajío escucha quejas sobre los poblanos, cuando uno visita el norte también escucha críticas a los poblanos.

La verdad nunca entendí estos prejuicios contra los habitantes de la Angelópolis, el primer año que residí en dicha ciudad no tuve problemas. Quizá estaba tan impactada con el cambio de atmósfera e hipnotizada con la arquitectura poblana que no me detuve a confirmar aquellos prejuicios que el resto del país tenía sobre los mal llamados “pipopes”. Sin embargo, debo confesar que ahora que me voy de esta bella ciudad, y tras cinco años de estar aquí, he logrado entender algunas reglas muy provincianas y muy características de mis queridos poblanos. Aquí les dejo entonces diez observaciones que he logrado albergar en este tiempo de experiencia en la Angelópolis, o diez consejos para quien desee entrometerse de lleno en la sociedad poblana y no fracase en el intento. 

1.-Son selectivos. El poblano común no se junta con cualquiera, le cuesta mucho tiempo abrirse a nuevos amigos. Generalmente sus “compitas” son los mismos desde el preescolar, es más, incluso presumen haberse conocido en la guardería. Las madres poblanas también gustan de cultivar los vínculos entre sus hijos, desde los desayunos en Vips hasta las cenas en Sanborns, las poblanas llevan a sus bebés y juntan carriolas para que desde la más tierna edad nazca una verdadera amistad que continuará hasta que estudien en la UDLAP y se extenderá cuando lleguen a ser socios de una empresa importante, incluso hasta la muerte. 

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3.-Para los poblanos ¿qué es una universidad de prestigio? La Ibero, el Tec de Monterrey, la UDLAP y la UPAEP. Aunque muchos dirán que entraron a dichas instituciones privadas porque la BUAP les parecía “naquita”, pero en realidad sea porque no lograron pasar el examen de admisión. Ya que para algunos poblanos lo más importante son las apariencias. 

4.-Apariencias. Un ejemplo muy sencillo de lo imprescindible que es ostentar en Puebla lo encontramos cada mañana afuera del “Cole” más costoso —por tanto más religioso— de la zona. Aquí uno es copartícipe de un desfile de copetes, buena ropa, bolsas gigantescas, zapatos fashionistas y sobre todo bellas y cómodas suburbans, aunque la madre en cuestión sólo tenga un hijo. Después de esto, cada ama de casa se dedica a encerrarse en su jaula de oro o de ir al club para seguir con el chisme de la semana. Aunque todo esto sea pagado a crédito por el marido que se “coge” a la “secre” o a la colega en los moteles de cualquier boulevard. 

5.-Los machos poblanos. Para las mujeres una cosa es cierta, si le gustas a un “chavo bien” ya te jodiste. Quizá andarás de restaurante en restaurante, de party en party, o de boda en boda de la “alta” sociedad, pero tu libertad se verá menguada, porque tendrás que portarte muy bien. Ser súper fiel, vestir adecuadamente, seleccionar tus amistades —o que el novio las seleccione por ti—, cuidar de no pasarte de copas en ningún lugar con extraños y jamás perder la compostura. También acostúmbrate a las llamadas constantes y al check in de cuando llegues a tu casa o al check out decuando salgas de ella. En una de esas y hasta te pone chofer y guarro

6.-Así que si te quieres amarrar un “chavo bien” poblano lo que debes procurar es ser menos libre de lo que te crees, y más boba de lo que posiblemente seas. Porque el macho poblano es cazador, y lo que más le gusta es ser el “chingón” de la relación. Eso sí, les fascinan las chavas difíciles para “catedral” y las fiesteras para un jueves: la doble moral poblana es legendaria. Así que si les dices que “no” ellos siempre entenderán que “sí” y a la inversa. Pónganse abusadas mujeres, el dinero no da la felicidad. 

7.-Domingos familiares. Este día es muy importante para la sociedad poblana. A las y los destrampados del sábado en Cholula los encontrarás impecables en misa de doce, o yendo de compras con sus “papis” al Palacio de Hierro, o en algún restaurante de Angelópolis, de la Paz, de la Juárez, etcétera. Si los conociste una noche antes en el antro y ese día te los topas por la calle con su familia, ni sueñes que te van a saludar. Ojo “compas” foráneos, el poblano nunca te presentará a su mamá, aunque horas antes le hayas hecho el paro en el alcoholímetro. 

8.-Amantes de La Franja. Por muy mal equipo que sea en la actualidad, el poblano siempre le irá a su equipo de futbol local, y recordará con nostalgia sus años dorados. Los días en que la Franja juega son igual de sagrados que los domingos familiares, nomás que en aquellos el alcohol y las porras son la base de la convivencia. Los foráneos deben irle al equipo de la Angelópolis aunque les parezca muy “maleta”, de lo contrario también les será difícil socializar.

9.-Cuida tu moral, sobre todo en lo laboral. Cuando llegué a Puebla y estuve buscando chamba en universidades, recuerdo que en una entrevista de trabajo me preguntaron, antes que nada, por mi estado civil y mis convicciones religiosas. Pusieron énfasis en si creía o no en dios, a lo cual contesté que sí, pero cuando me preguntaron sobre ¿cómo llevaba a la práctica mi religión? no supe bien qué decir —la verdad es que soy agnóstica—; obviamente no me dieron la chamba. Si bien tenían derecho a preguntarme por dios y sus querubines, ya que era una universidad de línea religiosa, lo que me pareció indignante fue el nulo interés por ahondar más en mi experiencia profesional. De hecho, todo el interrogatorio fue dirigido hacia el ámbito moral. Pero en Puebla esto me sucedió en varias ocasiones, y en escuelas laicas, en las cuales la primera pregunta de la entrevista laboral siempre versaba sobre mi vida personal: ¿Estás casada?, ¿te piensas embarazar?... pero si te embarazas, ¿no sería este año o el que viene, verdad? Ni siquiera se dieron cuenta en el lío legal en el que podrían estarse metiendo al preguntar sobre tales asuntos. 

10.-El poblano es más exigente. Vivir en Puebla ha sido una de las experiencias más gratificantes de mi vida, y sinceramente he sido muy feliz. Entre otras cosas, he puesto mayor empeño en mis relaciones sociales, he aprendido a detenerme en las necesidades del prójimo, a afinar esa cualidad de la cordialidad que antes de llegar a la Angelópolis la verdad no tenía. Aprendí pues a ser más tolerante. Porque he de decir que no he conocido ciudadano más exigente y “remilgosón” que el poblano, lo cual no es para nada algo negativo, sino más bien es lo que los caracteriza y los vuelve especiales. ¡Qué chula es Puebla!


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