Presentación de Río Grande Review Magazine


Mario Martz, joven poeta nicaragüense, nos ofreció parte de su producción poética.  



EL NOCTURNO DIURNO
(poema para leerse en bicicleta)

No demostréis carecer del sentido
de las conveniencias ni poseer mal gusto respecto al creador.
Es preciso que la crítica ataque la forma, jamás
el fondo de vuestras ideas, de vuestras frases.
Arreglaos
Lautrèamont, Cartas y Poesías 

I

«HAY UN ÁRBOL SEMBRADO EN EL AGUA»

Suspendido al aire muéstrase como almidón  de polvo; la noche se apaga contra el filo de los árboles y el día perenne camina sin pies sobre la sombra de agua.
Agua. Noche. Tierra. Aire. Día
Agua de día
Noche de agua

Tierra de aire 

Y aire de día-noche-agua-aire
Sombra diurna derramándose en el papel 
Ojos y zapatos estilados en el botero
¡Qué maravilla!

«HAY UN MAR EN MI GARGANTA»
Billy
¿Sí?
Ya te dije cuando ahorcaron al Nocturno
No
Fue cuando los días y las noches fueron una manecilla de puerta y la reyerta volteaba hacia la izquierda, al otro extremo de la mano de Dios. 
Carmesí, carmesí, carmesí 
Que hay olvido y muerte lo sabemos
Que los diarios son un montón de hojas impresas
Que mañana será un estambre de polvo
¿Nada? También lo sabemos

«HAY NOCHES CON AMANECERES DE DÍA»


Lo llevaron pequeño a la escuela. Decían que se paseaba largas horas por los pasillos; nunca entraba a clase y casi siempre estaba sentado con un cuaderno en medio de sus piernas. Solía visitar la tienda de libros usados.
Picapedreros ruidos de libros forrados en pieles
¡Qué maravilla la ignorancia!
¿Qué hacía?
Lloraba por la muerte de su madre, y de vez en cuando esculpía el llanto en el papel.
¡Pobre!
Se la pasaba horas mirando tristemente a la primavera nocturna.



[PEDALES, BOCHORNOS DE GENTE EN MOVIMIENTO, EL PARQUE VACÍO, TIEMPO: ¿QUÉ HORA ES?]

Casi la mitad del día   
¿Y qué fue de su vida luego?
Fue zapatero, vendedor de diarios, astrónomo, piloto, obrero, lustrador y lo mismo de siempre: Poeta

Pero dime
—si puedes—

¿qué haces,
allí,
sentado,
entre seres ficticios
que en vez de carne y hueso
tienen letras,
acentos,
consonantes

«HAY DÍAS CON VOCALES DISTINTAS »

Lunes Delena va al mercado a comprar flores
Carlos compra el florero
Regina paga la cuenta del Bar y echa cerveza a las flores
Mario cambia de lugar el florero
Viernes, llega alguien lejos de aquí, da una vuelta y reaparece el florero
Sábado Ernesto quiebra el florero
Domingo, deja de ser simplemente un cuadro y se vuelve a escribir la misma historia

¡Dios, perdónanos, hemos olvidado el nombre de los días!

Caminábamos por las laderas de la costa, como el agua que viene y va a desembocar a la boca de los bañistas.

(El expreso del tiempo aguarda
en la esquina de los gestos ficticios,
¡apuraos niños!, que la noche pronto despierta)

No bastaría toda el agua del mar para lavar
una mancha intelectual
y menos la vergüenza de ignorancia.
¡Bondad de los Nocturnos 
haber dejado los hologramas en la arena!

II

Mirar el fondo del vaso
mirar el fondo del mar
mirar el fondo del sueño
mirar el fondo del silencio
mirar el fondo de la risa
mirar el fondo de la arena
mirar el fondo de la boca
mirar el fondo del cielo


mirar el fondo del florero
mirar el fondo del rastro
mirar el fondo del metal
mirar el fondo de la tierra
mirar el fondo del agua
mirar el fondo del fuego
mirar el fondo del fondo
que mira desde adentro del fondo.  

Cuando miramos el fondo del vaso
y la gota de cristal
mira el fondo del mar
el sueño revienta en llamas dentro del silencio
(me da risa decirlo)
pero debo describir cómo la arena desem-boca
en las playas del cielo
dentro del florero;
el rastro
de metal frío le quiebra la cabeza a la tierra
del fondo del agua afuera del fuego

que mira el fondo del fondo del vaso.

Hablamos en una lengua muerta
y aprendemos a obrar con la palabra en los pies
vuelta arriba y abajo
sonriente a la infeliz concepción de los astros.





[UNA FUENTE MUERTA, IGLESIAS AZULES ADORNANDO EL FONDO DEL PARQUE, AGUA AMARILLA VERTIDA EN UNA ESQUINA: ¿QUÉ SIGUE?]

El discursillo barato de las vaquillas sagradas
y de los maniquís
de piel tersa, muda y triste.
(Arbitrariamente hablábase
en otros tiempos
del ritmo de las palabras
y los orificios que estas

dejaban en la tierra espumante)

«HAY CIUDADES MUERTAS EN EL MAR »

y entonces:
«¿en qué lugar desamparó el vacío que siempre le imperó?»
en la frigidez de la tierra
(corríase de las nubes de invierno
en el verano del vigésimo sueño
¡apuraos niños!
¡No hay tiempo que perder!)

Sacaba una hoja y limpiaba sus lentes de felpa. Daba un rodeo y entraba nuevamente al fondo del vaso: un letargo infernal de sueños frustrados.

«¿Publicó libro en vida?»
Nunca, habíasele que rogar para que lo hiciera
¡Pobre!
Sí, pobre de sí mismo el pobre.

¡Pobre por todas las cosas que le rodeaban!

Hacíase parecer al monólogo insumiso
(los demás trastes viejos del tren
aguardan en la esquina del tiempo,
los gestos están tirados junto a los hologramas en la arena;
ahí he depositado mi pedacito de cielo
para que los feligreses y religiosos vean su santo rostro
petrificado en el mar
ahora que el poema de Adán se ha vuelto espuma
en las arterias de los inocentes)
y  la pantomima de muerte viviente
reflejábase en el frasco de frío barato
día, noche, agua, y arena vertida
en el frasco de lo muerto: —de lo muerto que muerto está.






(De Viaje al reino de los tristes, Centro Nicaragüense de Escritores, 2010) 




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