JOSÉ REVUELTAS. UNA LITERATURA DEL “LADO MORIDOR”


Por José Gabriel Ríos






Como siempre me sucede cuando entro a una librería, algunos textos se me vienen encima y en seguida me encamino a la caja a pagarlos. En este caso, se trata de un ensayo que leí hace más de treinta años, sólo que ahora se me cayó de las manos, porque le encontré una infinidad de supuestas notas, rizomas, trenzas, involuciones, pensamientos, memorias, nudos, turbulencias y arte.



Sucede así en José Revueltas. Una Literatura del “lado moridor” del escritor duranguense Evodio Escalante que a 35 años de su primera edición con un epílogo titulado “Los laberintos de la dialéctica en las novelas de José Revueltas” con un epígrafe de Emmanuel Levinas sobre Jean-Francois Lyotard -el mismo postmodernista que en su lecho muerte se arrodilló ante una imagen de san Agustín- en el que se anota que el uno significa el otro y es significado por él.


Escribe el Premio Iberoamericano de Poesía Ramón López Velarde (2009) y autor de Las metáforas de la crítica (1998), José Gorostiza: entre la redención y la catástrofe (2001) y Las sendas perdidas de Octavio Paz (2013) en el apéndice de esta edición de José Revueltas (Fondo de Cultura Económica, 2014) que sólo se puede comprender su obra si se atiende a las parrafadas políticas y filosóficas: Ensayo sobre un proletariado sin cabeza y Dialéctica de la conciencia.

“Espiral de la alienación” es como le llama Evodio Escalante a la novelística de Revueltas, en particular Los días terrenales y Los errores, sin dejar de mencionar al narrador que ha dejado de actuar con sus personajes en ese mundo grotesco, deformado, condenado por los siglos a vivir la Muerte de su ser histórico.

Para José Revueltas, según Escalante, el proceso de trabajo de un relato es conciencia creativa, argumentos en el que desempeñan un papel decisivo las reflexiones de la actividad artística en general, poniendo como ejemplo a uno de los personajes, Gregorio, que recuerda, al mismo tiempo que cumple una misión con los campesinos de Acayucan, viejas y sugerentes lecciones sobre el Greco.

Es un dato intrascendente que modifica la lectura de Los días terrenales, sublimando el alargamiento de rostros y cuerpos; por supuesto, de la misma manera el pensamiento en el que se asienta el sopor ausente de cualquier verdad.

Imposible -según la narración perceptiva de José Revueltas- escapar de la impureza que produce la alienación o vacío. En ese sentido lo único que se puede producir son montajes; Los errores “ha sido escrita porque el comunista que es Revueltas se encuentra de pronto al borde del abismo…la usurpación del nombre del socialismo por modernos Estados despóticos, que perpetúan las opresiones.

La “traducción” de la realidad de Los días terrenales y Los errores, cuyo sustrato, anota Evodio Escalante, es la miseria política sobre lo que se asienta.

Si se vuelve a releer el libro que atañe a esa reseña, sale a flote el ejercicio esquizoide del autor de Metafísica y delirio. El canto de un dios mineral de Jorge Cuesta (2011), desarmando la potencia revolucionaria de José Revueltas en un acto sorprendente, policiaco, creando un cerco de hierro, el mismo denunciado por Escalante a la crítica tradicional de los setenta. Quizá se haya vuelto un ser banal.

Se reconoce -lo sabe muy bien- en un escritor esteticista, “en un hueso duro de roer”; sin embargo cae en el fondo de la literatura de José Revueltas apelando a sus propios prejuicios y con vital esfuerzo al pensar en el suicida Gilles Deleuze.

Sabemos que Revueltas “desacreditó” al Partido Comunista Mexicano en su obra; de ahí la dificultad de lectura, por los larguísimos “ensayos” incrustados con calzador en El luto humano, Los muros de agua, Los días terrenales y Los errores.

Hablando de métodos señalados por José Revueltas, en su papel de crítico y maestro en filosofía, Evodio Escalante nos escupe el Luwig Feuerbach de Engels, siguiendo la línea marcada por el autor de Las cenizas, intercalando el “lado moridor” de la realidad, cosa que en palabras de Escalante causó hace muchos años disgustos, molestias en la clase pequeñoburguesa de la sociedad.

Ese movimiento interno propio de lo real, destacado por Revueltas, en el caso de esta nueva publicación, propiamente en el epílogo, desafortunadamente Evodio Escalante metaforiza, sublima, intenta agradar, culturiza la obra estudiada.

Queda fuera de manera intempestiva lo que escribió el doctor Escalante hace 35 años. Ahora se ha oxidado y cuando eso sucede, se recrea, representa, gusta del teatro de máscaras, del baile de disfraces con recitaciones de memoria.

Se ha olvidado de lo que en otros tiempos significaba su “autenticidad” de proletario, y la naturaleza de vampiro de Revueltas. Quedan solamente en el papel reciclado, las explosiones, opresiones, el hacer sufrir al lector desgastando su fuerza de trabajo sin recompensa alguna, de la bella prosa, del placer del lector. 

En el capítulo “El mundo de los flujos” Escalante nos receta un epígrafe, un texto de Deleuze y Guattari (El anti-Edipo. Capitalismo y esquizofrenia) que la verdad no se sabe si conecta con el proceso de construcción y deconstrucción de los personajes oclusivos y paranoides, “contrapunto de los relatos de Revueltas”.


Datos del autor
José Gabriel Ríos Cortés (1948) Escritor y Periodista cultural de vasta trayectoria. Su libro más reciente es Un soplo de mar (Ensayos, UANL, 2016). 



Entradas más populares de este blog

"Te ato, para que no hagas daño: daño a los demás ni daño a ti misma"

Seis poemas inéditos de Elena Garro (12/09/16)

Ideología de género, ¿estamos preparados?