SE PROVOCAN HERIDAS PROFUNDAS

Por José Gabriel Ríos


El sentido de responsabilidad es materia indispensable del hoy, en las vivencias cruentas que se vive en el mundo; podría decirse que es exacto cuando decimos que siempre hemos sido nosotros, quienes dependemos de otros en cuanto a la adquisición de enseñanzas construidas en el contexto del libre albedrío, pues es muy riesgoso fiarnos de los instintos; rogamos para que pueda llegar el momento en el que el ser humano se encuentre o se redescubra sin armas: debemos detenernos y confiar en la vida, recurriendo a la máxima evangélica, “si quien te hiriese en la mejilla, preséntale la otra”, cuya interpretación correcta es, si paramos de pelear, haremos posible que el “contrincante” no siga haciendo estragos.

En un estudio sobre el comportamiento de los animales, el fisiólogo y etólogo austriaco Konrad Lorenz advirtió en el camino que nos lleva a este texto, que el pavo no concibe la postura de la rendición, sino que por el contrario, pisotea y picotea sin parar al pavo que tiene enfrente; otro animal considerado manso y dulce, dice el Premio Nobel de Medicina 1973, es el corzo, una “bestia maligna” que con su cornamenta filosa acorrala a sus congéneres y los mata sin piedad.



Existe en el marco del reino animal un ave entrañable, el cuervo, que posee una psique elevada, aun cuando cuente con un pico poderoso que nunca usa y mucho menos para sacar ojos; es una analogía sencilla: la de una madre que usa un cuchillo para cortar vegetales, pero ante la presencia de su hija pequeña, sube el “arma”; lo mismo sucede con el perro o el lobo que en una pelea con otro de su especie, van venciendo, no muerden más y no porque no lo deseen, no pueden; de pronto se detienen con el hocico abierto cerca del cuello del vencido.

Como consecuencia de una segregación de los habitantes de la Tierra -un enorme zoológico-, las consecuencias de una “cautividad” rigurosa a través de los tiempos, se han creado dementes, imagen deformada de la primera condición del Ser; los hacinamientos de nuestros hermanos, sin alimentos y salud; los integrantes de la organización de los derechos humanos internacionales parece que nada extraño ven en este desarraigo, aunque en ocasiones emiten comunicados a los Estados en cuestión, amonestaciones imprecisas, papeleo membretado, llamadas de atención, haciendo caso omiso, desinterés, negligencia de la otredad ofendida.

Esos pececitos que compramos en la tienda de mascotas, con acuario, oxígeno e implementos, que suponemos nos dan tranquilidad por las tardes- noches, son lo contrario a lo que sublimamos, pues la existencia en el estanque hogareño de ese par de combatientes nos hacen recordar los gustos de las danzas rituales de siameses y melanesios -exotismo de una pasión irrefrenable; sus movimientos son auténticos en su larga existencia filogenética: lo que no se comprende es cómo semejante ritual el hombre lo transfiere, etiquetándolo como Histórico y de una forma falsamente especial concede los “frutos” de un antiquísimo ceremonial.

De vuelta a la guerra de los peces machos, podríamos hacer literatura “universal”, mencionando a los héroes homéricos o en su más bajo perfil a los sicarios o terroristas actuales, estimulados con lecturas equivocadas por destruir a los “contrarios”, aumentando la Masacre Mundial: el valor para matar carece de valentía, muy distante a la ejercida por la delicadeza de los guerreros malayos.

Queremos distinguir en este texto que el único ser vivo que no cuenta con armas en su cuerpo-mente, es el hombre; las fabrica, promoviendo así la caza de millones de congéneres. Volvemos al sentido de la responsabilidad, apoyándonos en ese dibujo del chacal enorme que forma parte de la obra del artista Otto Dix.

Epílogo de un cuaderno cuadriculado: fragmento de los hechos suscitados por el Neoliberalismo; de la misma forma consideramos la existencia de seres miserables, quienes todavía podrían recuperar sus valores por los que siguen vivos, con nuestra compasión. y si hicieran un esfuerzo en impedir amputaciones, en otra línea, liberarían a las liebres locas en el mes de marzo (proverbio inglés).

Aclaremos el caso de Otto Dix, pintor expresionista alemán, que en su cuadro del chacal en blanco y negro nos regresa a la prehistoria -paleolítico-, ante la existencia del siglo XX, en particular al nazismo, fascismo, estalinismo, dictaduras, intervenciones colonialistas en África y América y la vinculación de enormes empresas dedicadas a la delincuencia organizada en lo que llevamos del XXI: ahora mismo y con relación a dos animalitos vegetarianos-veganos, dos liebres rompiendo el concepto naturalista, peleando a muerte en el prado diseñado para ellos, golpeándose con fuerza desmedida con las patas traseras, chillando, gruñendo, maniobrando a una gran velocidad, borrando el mito del proverbio de que no es necesario que llegue marzo para que se vuelvan locas y se desgarren.

Consideremos al artista plástico, Dix, y al estudioso de la psique de los animales, Lorenz, quienes vivieron las dos guerras. En esos momentos tan álgidos, Lorenz se ocupó de las águilas, reales y otras: determinó que el ave de carroña es un animal manso, de vestidura espectacular cuando se convierte en adulto. Además, lo delinea como perezoso, pues sólo vuela -sin hacer esfuerzo muscular- cuando las condiciones del viento son favorables. Existen otros especímenes que ponen la carne de gallina: los cisnes cantores que les recortan la punta de sus alas para que en la migración no puedan emprender el vuelo.

Nuestro planeta ha sido vendido; nos dan el permiso de que seamos países protegidos, es decir, dependientes, causando la abulia, suicidio, orfandad. Nos venden nuevas fábulas de sociedades parecidas a las nuestras. Los medios de comunicación contribuyen para que no sigamos con nuestros proyectos de escritura, mucho más poderosas que los supuestos activistas o sociedades protectoras de animales. Lo que finalmente queremos decir es que las palomas no representan la paz; en la realidad se provocan heridas profundas, despiadadas. 




Datos del autor
José Gabriel Ríos Cortés (1948) Escritor y Periodista cultural de vasta trayectoria. Su libro más reciente es Un soplo de mar (Ensayos, UANL, 2016).




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