Larga vida al Rey del Pop

Octavo aniversario luctuoso


La chamarra de Thriller

Su frágil apariencia, timidez mustia, largos y lacios cabellos negro brillante que armonizaban con una piel lechosa –extrañamente blanca, debido a un problema de vitíligo-, sus dotes dancísticas que le justificaron laureada trayectoria como bailarín, además de compositor, con voz de castrati. Para los que crecimos en la década de los 80s Michael Jackson fue el Dios del Pop. Insuperable, insustituible.

     Nunca olvidaré la escena cuando a los nueve años, cansada y sedienta, cruzamos el puente de la Lerdo, mamá y yo, de regreso de El Paso, Texas. Anochecía, a las horas en que, desde el puente internacional se atisban ambas fronteras pobladas por diminutas luces intermitentes. Marco nocturno dividido entre “buenos” y “malos”, “privilegiados” y “marginales”. Viento frío de otoño que arrecia a 20 metros de altura. Caminé muy junto a la malla ciclónica para ver si el río iba crecido y, de paso, leer los grafitis que la gente deja como protesta por no tener papeles, por cargar con la frustración de no ser como los pájaros y volar sin documentos. Siempre imaginé que la gente que los escribía eran los pandilleros o cholos que vivían a la vuelta de mi casa, quienes se identificaban los unos a los otros interpelándose: ¿Qué barrio, ese? De cuando en cuando abría la bolsa de plástico como para ver si mis compras seguían allí. Iba feliz porque cargaba la chamarra de vinil, roja y negro con diseño de V chica y hombros alados -igualita a la que usó Michael Jackson en Thriller- ¡cuánto la deseaba! ¿Quién no recuerda aquel video de trece minutos, considerado como el emblema número 1 de los 80s?


Paseo de las luces, El Paso, Texas

     Conseguirla no fue sencillo. Agarramos camino muy temprano para ir de compras al otro lado. Los fronterizos tenemos que vestir zapatos cómodos, pues habrá que caminar bastante, recorrer todas las tiendas departamentales posibles y cada uno de los locales -regentados en su mayoría por chinos- que reciben a los turistas, en el Paseo de las Luces, extasiados por el poder de adquisición ¡Qué tiempos aquellos! La vida era una nota musical y estar cerca de los Estados Unidos facilitó el acceso a lo más in de la temporada. 15 dólares y la paciencia de mi entrañable madre hicieron posible mi Jackson`s jacket.

     En el primer lustro de la década de los 80s, los personajes del Jet set en revistas como Bazaar, Cosmopolitan, Vogue o Vanidades mostraban el lado extravagante del medio artístico mundial al darse cita en una de las discotecas más afamadas, Studio 54

La ciencia, tecnología, política e industria musical daban la bienvenida a una nueva Era. La nave Pioneer 10 (iniciativa de Carl Sagan) fue lanzada al espacio con el objetivo de explorar los planetas gigantes: júpiter y saturno. Es famosa, además, por contener una placa hecha de aluminio anodizado en oro, que portaba un saludo interestelar dirigido a una inteligencia extraterrestre en la que se da conocimiento de nosotros, la raza humana, y los avances civilizatorios “en junio del 83 se convirtió en el primer objeto fabricado por el ser humano que atravesó la órbita de Neptuno”. 


Carl Sagan 
     La compañía IBM introducía la computadora personal, gracias a ello se materializó la Realidad virtual. El séptimo arte hacía lo propio, WarGames o Juegos de guerra una película ambientada en los últimos años de la guerra fría, inauguraba ese mundo hibrido de ficción y juegos de video donde un joven jaker, Matthew Broderick, se infiltra en sistemas ajenos. El asesinato de John Lennon perturbó mi estancia en la escuela. Ese día fue distinto, fue como llevar una nube gris sobre mi cabeza y la certeza de que nadie viviríamos para siempre se convirtió en eso, certeza. Por mucho tiempo imaginé que emergía transparente, entretanto, la manija sobre el disco de vinilo (just like) Starting over reproducía su existencia hasta el infinito. En México, Miguel de la Madrid se convertía en el presidente que estaría al frente de una deuda externa de alrededor de 87, 000 millones de dólares. Heredando así, la peor crisis mexicana que dejara su antecesor, José López Portillo –el que lloró lágrimas de cocodrilo a lo que no pudo defender como perro-. El incendio de la cineteca en el 82 y el terremoto del 85. Suficientes tragedias escuchadas en apasionadas conversaciones familiares. 




     Fue la publicidad de la década la que rompía la monotonía de una programación televisiva escasa para el público juvenil, década de recesión y ajuste económico. Edoardos California, marca de ropa casual al alcance de todos, contoneaba sus coloridos jeans de talle alto y terciopelo al ritmo de Californiaaaa, where the sun is warm, where the winds from Santa Ana make you feel like you belong, Californiaaaa inmortalizada por la cantante Debby Boone. XETÙ, Alegrías de Medio Día y el aburrimiento perpetuo de Siempre en Domingo. El mundo de los adultos, fuertemente convulsionado por la crisis económica, creó un tipo de inestabilidad al interior de la célula familiar. Pero fue en el barrio, en la calle donde los jóvenes encontraríamos el remanso de paz y de libertad que nos permitiría sobrevivir. Para la mayoría de los que conformamos la llamada Generación X, fue la música lo que definió en gran medida nuestras personalidades. Las competencias de Break dance a la hora del recreo continuarían en los barrios para dar revancha o desempate. El que se la discutía para bailar, fuera hombre o mujer, tenía un trato especial. El barrio en el que crecí, zona habitacional clasemediera en el norte de México, parecía estar poblada de puros jóvenes (las personas mayores tomaron el rol de personajes incidentales en mi memoria, apenas logro engarzarlos en alguna escena anecdótica), chavos que pasaban la mayor parte del tiempo en las esquinas, tomaban los carros chatarra como refugio para beber o fumar, y causaban que las chavas santurronas no quisieran pasar por ahí, sobre todo, al oscurecer. Yo sabía a qué hora llegaban y a qué hora se iban. Muchas fueron las ocasiones en que sus conversaciones y algarabías caían en largas pausas. Intrigada, me asomaba por la ventana del segundo piso desde mi habitación y los miraba sentados en el borde de la banqueta o a la orilla de algún auto, escuchando la música… en silencio… callados:

Lunatic Fringe

We all know you're out there

Can you feel the resistance

Can you feel the...thunder

     Los fines de semana se paseaban por el barrio acompañados de otros chicos, por lo regular extranjeros, quienes cruzaban la frontera para visitar a sus familiares del lado mexicano. Chavos con pinta de galanes que se percibían a metros de distancia por su buena vestimenta, seguridad y embriagador aroma a Drakkar Noir. Los batos que las chavas más grandes deseaban como esposos para que les arreglaran la ciudadanía norteamericana y se las llevaran lejos. Sin embargo, nuestro despertar a la sexualidad fue con reservas. El virus de inmunodeficiencia humana y el Síndrome de inmunodeficiencia adquirida, VIH/SIDA causó incertidumbre. La gente estaba confundida, no entendía cómo se contraía. Por muchos años se creyó que podía contagiarse con un beso, a través de cualquier fluido corporal, no solamente por la sangre. Fue así que el sexo nos volvió fresas.

     Mientras escribo escucho a The go go`s con su pegadiza canción Our lips are sealed. Pero mis labios permanecerán abiertos para comunicar lo que Michael significó en mis recuerdos de infancia.

                                                                   




     Michael Joseph Jackson, nació en Gary, Indiana, Estados Unidos, el 29 de agosto de 1958. (Encontrarle similitudes conmigo me hacía sentir especial: signo virgo y el número ocho, pero de once hermanos). Hizo su debut musical en The Jackson Five a los diez. Su lanzamiento como solista fue con el álbum Got to be there en 1972 cuando tenía trece. Siete meses después, lanza su segundo álbum Ben, pieza que perteneció a la banda sonora de la película Ben, la rata asesina y con la que alcanzó su primer éxito en solitario. Sus aportaciones no se limitaron al mundo musical sino que se volvió un ícono en cuanto a referencia de moda y como estrategia de marketing. El artista más completo de la escena musical de todos los tiempos. Recuerdo a mis hermanos mayores haciendo el paso de baile en el que parecía casi no tocar el suelo, deslizándose como en patines -así decíamos- pero hacia atrás, el Moonwalk.

     Crecimos rápidamente, aunque, es un decir. Estoy convencida de que nuestra generación X se resiste a aceptar la decrepites que produce el paso del tiempo, el deterioro sin dignidad (escuchen esto Millennials: llevamos una luz en el corazón a la cual decretamos: Por siempre joven, por siempre. Que nada nos turbe, que nada nos espante. Ni chavos ni rucos: es-ti-lo). Conforme se ampliaba el escenario de los nuevos ídolos de la música pop y el llamado rock en español, también yo abría paso a la adolescencia. El pasatiempo de los fines de semana era descubrir las novedades en tiendas de discos. Sí, esos hermosos discos negros que hoy cuelgan en las paredes de los negocios Vintage, el objeto más accesible de coleccionistas; hurgar en las mesas de accesorios y ropa en remate (los libros merecen otro apartado, por haberme orillado a cometer un acto transgresor). Entre semana nos íbamos de zorra, de pinta o nos hacíamos la rata para visitar los videojuegos o maquinitas. Nos poníamos chicos contra chicas a jugar futbolitos. Las grabadoras al hombro, colores neón y copetes punk a punta de Aqua Net y secadora, mientras más parados y altos, mejor.

     A la distancia, no me toma ningún esfuerzo reconocer cuándo se rompió la magia frente a la vida. Fueron muchas cosas. La muerte de la abuela y el caos que dejó a la familia con su pérdida. Pasar a la preparatoria, dejar de ver a los amigos, hacer la búsqueda de mi vocación; la industria musical del Pop que emergió con la década, perecía. En el panorama se intuía la enajenación. La conmoción noticiosa y la icónica imagen donde civiles tiran a martillazos el muro. Así cambia la vida y así cambiamos nosotros, corría 1989.

     Prefiero recordar al Rey del Pop con mis ojos de niña, cuando le hubiera comprado su amor incondicional por los niños, así, sin especulaciones. Recordarlo sin tanta estúpida cirugía, sin tantas idioteces que cometió en contra de sí mismo. Quiero recordarlo como se merece: pletórico de talento, de luz e inspiración. Gracias por hacernos sentir cool. Por él y por todos aquéllos que conforman la amalgama de nuestros recuerdos, de nuestra piel y huesos. Vaya una oda a su paso por el planeta Tierra.

Ab imo pectore.




Datos

Michael Bush y Dennis Tompkins se encargaron de crear el vestuario de Jackson durante 25 años. La labor de Bush y Tompkins era básicamente pensar en trajes que le restaran rigidez al cuerpo y permitieran demostrar las excelentes habilidades de bailarín. “Él quería que la ropa bailara a su ritmo”.

Mark Laurent diseñó la chaqueta que Michael usó en el video musical Beat it. Fue inspirada en los trajes que los submarinistas usan para nadar con tiburones. Jackson y Laurent usaron malla metálica sobre los hombros y el uso de múltiples zipers para darle un estilo callejero.

Mientras que la de Thriller fue diseñada por Deborah Landis, la esposa del director de Thriller, John Landis. Dicha chaqueta fue subastada en 2011 por 1.8 millones de dólares. Dinero que se invertirá para recaudar fondos para hospitales infantiles en el mundo.

Michael Jackson fue el primer cantante negro que emitió la MTV con su video Billy Jean. A éste le siguió Beat it. Con Thriller ¡MTV colapsó! En el video se invirtieron medio millón de dólares. Convirtiéndose en el video más caro y largo de la historia con 13:43 minutos versión original. Superado en costos de producción por Scream en el 2005.







Michael Jackson 1958-2009 

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