El macho alfa y la hipocresia de la sororidad

Risa, sorpresa, conmoción, y en algunas excepciones, siento indignación cuando se hacen publicaciones que siguen la corriente de lo efímero.  ¿A qué me refiero con efímero? A lo que se escribe con el deseo de entrar en el engranaje del discurso social del momento. Me refiero a los hashtag o etiquetas utilizados en las plataformas de internet,  útiles para filtrar y clasificar información de acuerdo a los temas de moda y/o contenidos. Por ejemplo el hashtag #MeToo con el que las personas relatan un pasaje de abuso cometido por hombres, sobre todo, lo cual ha servido como una auténtica cacería de brujas donde no se distingue la realidad de la interpretación. Es decir, una persona puede decir que fue acosada ¿en realidad fue acosada o así lo interpretó? ¿Hasta dónde es lícito hablar de favores, intercambio o abuso? Estamos de acuerdo,  es difícil, es complicado. Me da gusto que mujeres y hombres hablen, denuncien, expongan y proporcionen información, siempre y cuando ésta sea verdadera y sin distorsiones. Y para ello se debe dar voz y voto a las personas involucradas. Escuchar una sola parte es tramposo e incompleto.

Hace unos días Hilda Sotelo publicó en su blog una nota #yotambién donde habla de su sentir hacia el acoso. Menciona a Luis Arturo Ramos, Miguel Ángel Chávez, Jorge Humberto Chávez y a Samuel Schmidt. Ah, con este último sí, sí  me interesa que se le eche tierra y se exponga su prepotencia. 

Samuel Schmidt me dio clases en la universidad (licenciatura en Sociología agosto-diciembre, 2002). Larga historia hecha corta, tuve que denunciarlo ante el H. Consejo Universitario por abuso de poder. Habiendo trabajado durante todo el semestre, nos reprobó sin justificación a otra compañera, Mirna Lara, y a mí. En aquel tiempo el Consejo Universitario estaba integrado por la maestra Angela Estrada Guevara y el Dr. Jesús Camarillo. Se reunieron las pruebas suficientes y ganamos en contra del Dr. Schmidt. Ofensa que no perdonó y cuando tuvo oportunidad volcó su venganza en mi contra. Cuando me postulé para la maestría en Ciencias Sociales, él puso todos los obstáculos y negativas para que no me aceptarán,  a pesar de haber cumplido con todos los requisitos. Éso me lo confeso años después otro colega, el Dr. Servando Pineda "Consuelo, ¿Sabe qué fue lo que la perjudicó? Su denuncia ante el Consejo Universitario contra Samuel Schmidt". Claro, no lo dudé ni por un segundo. Por el coraje de saber que me había reprobado estuve a punto de perder mi primer embarazo. ¿Fueron su culpa los amagos de aborto que sufrí hace 15 años? Desde mi perspectiva sí, desde la perspectiva de él quizá no.

Pasan los años y debo olvidar por mi salud mental.  Sin embargo, cuando le platiqué a Hilda Sotelo el proceder de Schmidt para conmigo, ella sólo se rió, aminorando los hechos, clara señal de cero empatía.  Ahora es ella la que denuncia, la que habla de Samuel Schmidt (¿tendríamos que creerle?) Habla de él en términos que a mí no me constan, porque no lo conozco ni lo conoceré COMO AMANTE.

Mi paso por la universidad y por otras instituciones me ha brindado la experiencia de hablar de personas, en apariencia respetables,  que se han hecho un prestigio social gracias a las instituciones académicas, la academia representa el lugar donde surgen las ideas, las nuevas formas de pensamiento. Es por ahí y allí donde se debe combatir, desde las ideas y en la academia; donde anidan docentes abusones, prepotentes y mujerucos, aficionados a echarse la cana al aire con la alumna que puedan... Si yo hablara destruiría hogares, y mi palabra no la utilizaré para éso. Yo hablo y doy nombres, siempre he sido así, porque no miento. En alguna ocasión  denuncié a otro docente universitario junto a otras personas que no son como se pintan. Es el poder positivo de los blogs. La palabra, la mentira y la verdad aprendamos a distinguir entre ellas.

Moraleja: que el "amor" no te convierta en ciega, sorda y muda. Si otra mujer te dice que ella pasó una mala experiencia con tal persona, creéle u otorgale el beneficio de la duda. Esa es la verdadera "sororidad", no sólo una palabra de moda que, algunas, son incapaces de sentir.



 https://www.hildasotelo.com/single-post/2018/03/10/yotambi%C3%A9n       

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