Corría el año de 2001 cuando conocí en el antro La caverna o La gruta, de la avenida Juárez, a la artista plástica Cecilia Briones Zuñiga. Llegué al sitio acompañada por un grupo de personas y Cecilia ya estaba allí. El chico con el que estaba saliendo en ese tiempo, Beto Sar, vocalista del grupo Dinamo (también fallecido este año, qepd) arribaría por mí más tarde. La recuerdo muy callada, muy seria. Tímida. Nada qué ver con el maremoto en que se convertiría años después.

Hubo un momento en que a alguien se le ocurrió jugar a Verdad o Desafío, se juntaron dos mesas y nos pusimos a jugar. Desde niña, cuando me sentía ansiosa me daba por tomar de la mano a mis amigas y hasta pellizcarlas (jajaja ¿nunca te pellizqué Perla?), fue una ansiedad que superé con los años. Desafortunadamente Cecilia lo mal interpretó. Tuve que aclararle que yo no tenía esas preferencias. No sé si lo creyó, lo que sí puedo asegurar es que esa infatuación por mí le duró algunos años.

Yo siempre la admiré como artista, la gran pintora que fue. El cuadro que aparece detrás de mí fue hecho por ella. Me enamoré de él desde que lo vi. Años después gané un premio y pude pagárselo. Descansa en paz, querida Ceci.


 




Entradas más populares de este blog

"Te ato, para que no hagas daño: daño a los demás ni daño a ti misma"

Seis poemas inéditos de Elena Garro (12/09/16)

Ideología de género, ¿estamos preparados?